domingo, 6 de noviembre de 2011

DESNUDO DEL ALMA

   Toda autobiografía debe ser empezada por el principio, así que ahí va: Se supone que en un principio no existía nada. El Sistema Solar en formación no era otra cosa que una “nebulosa” de polvo cósmico y gases, producto de una gran explosión… Un momento, creo que no se refiere exactamente a ese principio. Está bien, empecemos de nuevo.  Nací hacia finales de mayo, poco antes de que terminara la primavera, concretamente el 30 de mayo de 1991.  Mi nacimiento se produjo en las últimas horas del día 30, donde la noche empezaba a caer en un hospital de Tudela (Navarra). A los tres días me trasladaron al pueblo donde habito actualmente: Villafranca de Navarra. Salvo mi nacimiento no parece haber ningún acontecimiento importante ese día. Poco podía oír, y no veía nada, solo oscuridad. Pero aquel día vi la luz por primera vez. Supongo que lloré, como todos los bebés que abandonan la comodidad del seno materno.
Me crié en el seno de una familia humilde, en la que siempre me he apoyado. Tres años más tarde, mis padres me dieron el regalo más grande de mi vida, mi hermana pequeña, Celia. Durante todos estos años hemos creado un vínculo tan grande entre nosotros que nada ni nadie podría separar. Ellos lo son todo para mí. Mi madre es mis ojos, mi segunda personalidad, mi guía en este caminar. Y mi padre, por el simple hecho de ser “mi papá” se otorgó el derecho a vigilar mi camino, mi andar en la vida.
Mi educación empezó con tan sólo 2 años, en la guardería de mi pueblo, donde conocí a mis actuales amigos, los cuales me han ido acompañando a lo largo de la vida, y con los que he compartido todos los buenos y malos momentos que en ella han ido transcurriendo. Mis primeros años de estudio en educación primaria se dieron en el colegio de mi localidad, “El Castellar”, donde tengo grandes recuerdos.
Mi infancia fue como la de un niño de mi edad, donde mi mayor preocupación era que mi amiga no me prestaba su juguete, o que no quería tomarme ese dichoso puré de zanahoria… Lloré el primer día que mi mamá me dejó en la escuela. Era la primera vez que me sentía sola, y recuerdo que cuando todos mis compañeros ya habían entrado a clase me senté en un banco de piedra de unos 20 centímetros, donde todavía me colgaban los pies.
Hacia el año 2003 abandoné el colegio de Villafranca para continuar mi educación en el instituto “I.E.S Marqués de Villena” situado en un pueblo próximo a Villafranca, y donde tengo gran parte de mis raíces, Marcilla (Navarra) ya que en él habita la familia de mi padre.  Poco a poco fui superando así 4 de los años más decisivos de mi vida donde las anécdotas para recordar son miles. Pasó así la E.S.O, y un año después comencé el Bachillerato de ciencias. No fueron años fáciles para mí porque el estudio ya requería un esfuerzo más fuerte por mi parte, pero poco a poco lo superé. Además durante esos dos años nos habían estado nombrando el fuerte compromiso que exigía aprobar la selectividad, y tenerlo presente constantemente, no ayudó mucho, la verdad. Aprobé la selectividad y me matriculé en la Universidad de Navarra, sin tenerlo todavía muy claro.
 En 2009 empecé la universidad y comenzó una nueva vida. Año tras año, pieza tras pieza, voy construyendo el maravilloso puzzle como profesora.
Actualmente me encuentro cursando tercero de Educación Primaria y Pedagogía en la Universidad de Navarra, de lo que no me arrepiento de nada porque ha sido la mejor decisión que he tomado en la vida. Y por fin, ahora que estoy estudiando lo que a mí me gusta puedo afirmar que aprendo por el placer de saber. Como Albert Einstein dijo:”Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”.
Durante estos dos años de estudio en la universidad me he dedicado exclusivamente al estudio, además de trabajar en la “Escuela de Verano” de mi pueblo, lo cual me está ayudando muchísimo en mi carrera como educadora. Por ello, me lo tomo como un hobbie por el cual obtengo alguna recompensa económica, además de enriquecer mi trayecto académico.
Hoy en día, me considero una persona muy feliz y orgullosa de ser quien soy. Aunque hay cosas de mí que me gustaría cambiar, también hay otras que no cambiaría por nada del mundo. Desde que tengo uso de razón, recuerdo que siempre me ha gustado la perfección en lo que hago, y siempre trato de hacer las cosas de nuevo o buscar otras salidas si algo está mal.
Está claro que todavía no he muerto. Y aún me atrevería a decir que todavía no he vivido. Se podría decir que con 20 años no he vivido memorables experiencias en el ámbito profesional, pero me queda mucho mundo por vivir, muchas cosas por descubrir, mucho camino por recorrer…


No hay comentarios:

Publicar un comentario