domingo, 6 de noviembre de 2011

"¿Dónde está el interruptor del descanso? "


Cuando le pides a una madre trabajadora que te cuente su día a día empieza a relatar un día cualquiera de su vida a toda velocidad:
“Suena la alarma. Me levanto de un salto porque ya ando con el tiempo justo. Levanto a los niños, les preparo el desayuno, los visto… Nunca me hacen caso a la primera. Me enfado, y mientras tanto comienzo a asearme yo. Desayuno un café (a toda pastilla) porque el tiempo se me ha echado encima, y no vamos a llegar. Voy corriendo por toda la casa, hago las camas y preparo el bolso del trabajo y la del colegio de los niños. Bajamos corriendo las escaleras porque se nos pasa la villavesa. Llegamos al colegio, y justo, suena el timbre de entrada. El colegio está lleno de filas de niños que entran a sus clases. Y, como siempre, llegamos tarde. Les lanzo un beso a los niños y me voy corriendo al trabajo. Mientras tanto, por el camino, voy construyendo una lista larguísima de cosas que tengo que hacer a lo largo del día…” Es normal que al terminar el día se sienta cansada y con mala gana. Tantas horas de actividad sin parar a lo largo del día agotan a cualquiera. Mucha gente vive constantemente agobiado por las prisas y no disfrutan el día a día. Lo cual se manifiesta en estrés. El estrés laboral está muy presente en la actualidad y afecta a millones de trabajadores. Se conoce como la “enfermedad” del mundo moderno.
La Real Academia Española define el término estrés como una tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
Un día leí en un libro (cuyo título no logro recordar) que decía lo siguiente: “cuando los ojos no lloran, otro órgano llora en su lugar”. El ser humano, si no se siente sano por dentro, difícilmente puede expresar alegría y buen humor. Siempre he oído que las personas que viven con buen humor viven más, cosa que no sé si será del todo cierta o no. De lo que estoy completamente segura es que es una de las mejores terapias ante los problemas. Como dice el pensador y político indio Mahatma Gandhi: “Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho, enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan. No dura más que un instante, pero su recuerdo a veces es eterno. Nadie es demasiado rico para prescindir de ella, ni nadie es demasiado pobre para no merecerla…”
El estrés es una realidad también en bebés y niños. Los niños de hoy en día tienen una agenda tan apretada que apenas tienen tiempo para disfrutar con los padres y salir un poco a jugar. Están llenos de actividades extraescolares (inglés, música, gimnasia rítmica, fútbol, informática…). Tanto padres como profesores debemos estar pendientes de lo que pasa alrededor de nuestros niños, ya que muchos son los factores que influyen en que un niño tranquilo y pacífico, se convierta en  un niño estresado: divorcio de los padres, agendas llenas de actividades extraescolares, maltrato en el colegio, el nacimiento de un hermano… Ahora bien, ¿de qué sirve tener una agenda tan apretada, si las familias no tienen tiempo de compartir ratos juntos, conversaciones, juegos, tareas…?
¿Te has preguntado alguna vez qué beneficios tiene vivir con prisas y agobios y sentirse mal? Supongo que no. Todos queremos vivir tranquilos, pero esta vida no nos deja parar ni un momento. La tensión diaria nos agobia tanto que a veces somos incapaces de recordar cuáles son las cosas que nos hacen felices. Nos paralizamos ante el agobio y no conseguimos ver el lado positivo de las cosas para seguir adelante. Hay que intentar ver lo positivo de cada acción para vivir mejor. Se trata pues, de ver el vaso medio lleno, y no medio vacío. Una vez, me contaron un cuento: “Había una vez dos ranas que habían caído en un recipiente lleno de leche. Comenzaron a nadar desesperadamente intentando salir del recipiente, pero se hundían y les era imposible mantenerse flotando en la leche. Una de las ranas no paraba de quejarse y gritar. Pensaba que era imposible salir a la superficie y respirar. Entonces gritó: No puedo más. La rana se rindió y se hundió para siempre en la leche. Sin embargo, la otra rana persistente, siguió pataleando y chapoteando hasta el último momento, sin avanzar ni un centímetro. Como efecto del constante batir, la leche se convirtió en nata y adquirió la suficiente consistencia como para que la rana pudiera saltar fuera del recipiente…”
Lo que quiero decir con este cuento, es que hay veces que tiramos la toalla ante el primer problema que se nos presenta. El ser positivo consiste en pensar positivamente y no rendirnos ante las adversidades. Una actitud positiva hace que las actividades que realicemos nos resulten más fáciles, y por tanto, estamos más relajados.





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